El mensaje que nos trajo el mar.

 

Es casi medianoche en territorio brasileño. Recogimos la red con Pedro y Silvino, con la que pescábamos desde la costa, cercanos al murallón de piedra que encauzó al arroyo Chuy, y fijó en forma definitiva los límites entre Uruguay y Brasil.

A un quilómetro de distancia el faro ilumina a ramalazos la playa, mientras la arena se baña en la espuma navegante de la luna.

La red viene cargada. La linterna alumbra los peces que despiden luz propia de sus escamas plateadas. En la noche serena se siente el chasquido uniforme y rítmico de sus coletazos entremezclado con el sonido del mar.

 

Gary D. Mackey Lorraine nació y creció en una aldea del condado de Lancaster en Inglaterra, en la costa del Mar de Irlanda. Pueblo de pescadores artesanales que embarcan mar adentro en rústicas barcazas; compuesto por hombres curtidos, duros y solidarios, acostumbrados al peligro, forjados a yunques de sal, vientos y tormentas.

El mejor amigo de Gary es un viejo pescador, Trenton Edwards, el viejo Ted, patrón de la Mary Anne. Cuando su padre los abandonó, embarcó con él a su hermano Dreyffus, para que ayudara en la economía familiar. Éste aprendió los secretos del arte de la pesca, forjó su personalidad y se tornó práctico en esa dura tarea.

Ted tenía siempre una palabra cariñosa para todos, acompañada de un gesto muy particular en él, y una sonrisa a flor de labios, que era toda una caricia.

Al cumplir nueve años le regaló a Hoppins, el perro más inteligente, simpático y vagabundo, de la aldea; y todavía recuerda con emoción cuando al cumplir los diez, lo alzó en el viejo muelle y le dijo: -“Ya eres todo un hombre y es hora de que aprendas a navegar. Dile a tu madre que además de buenos modales, números y letras, poco a poco, comenzarás a manejar timón, redes y aparejos. Seguramente te dirá que eres muy pequeño. No la convencerás muy fácilmente, pero no desesperes de lograrlo, pues no será tarea de un día. Tampoco te enojes con ella, pues las madres son un regalo de Dios, para nuestro consuelo, en la dura tarea de ser hombres”-

El viejo no estaba equivocado. Su madre trató por todos los medios de que desistiera de esa idea tan descabellada. Pero al final, los ruegos, el buen comportamiento de su hijo y el intuir que su determinación de embarcar y aprender el duro oficio de la pesca no iba a cambiar con el paso del tiempo, sumado a que era preferible lo hiciera bajo la atenta mirada de quien para él era como un padre, la decidió, aunque a regañadientes y con miles recomendaciones y consejos.

A partir del  permiso otorgado, los días de clases se le tornaron interminables, en espera de los fines de semana que era cuando podía embarcar con sus seres queridos. En tierra quedaba su madre con el alma en vilo, implorando a la Virgen la protección de los suyos, pero ese es el destino y la cruz que deben cargar las mujeres de los pescadores.

Al regreso, en los atardeceres, Hoppins los esperaba oteando el horizonte, desde el enorme peñasco que le servía de atalaya. Parecía entender la alegría de los pescadores cuando la cosecha era abundante y corría por la playa ladrando y gruñendo, para acompañar de este modo sus cánticos tan particulares y festivos, aunque frecuentemente se quedaba quieto como si percibiera que los peces se habían negado rotundamente a quedar atrapados en las redes.

 

This note was dropped overboard from the Frederico C...

 

Una tarde al salir de clases, que era la hora en que las barcazas comienzan a retornar, Gary observó con sorpresa como el cielo se oscureció de golpe y nubarrones inmensos cruzaron el cielo en busca de la temida tormenta. El oleaje reventaba en la escarpada costa con un ruido ensordecedor, y presagios de tragedia se cernían en el aire áspero y hostil de la tarde. Una angustia indefinida le dificultaba respirar normalmente. Hoppins se removía inquieto con su mirada perdida en la lejanía...

...con evidente dificultad las barcazas regresaron una a una ... ¡menos una!.

 

... cruise ship on Sunday 03 January 1982…

 

Después se supo que el viejo Ted, el más experimentado de los marinos, trató de aprovechar una última tirada, porque en días de tormenta a las redes se les ocurre asomar a la superficie rebosantes de peces. En esta oportunidad no imaginó que intensa sería la tempestad y la Mary Anne se fue a pique en pocos minutos. Al otro día, Gary encontró a su hermano, excelente nadador, tendido en la playa. Herido por las filosas piedras de los acantilados; el cuerpo amoratado, los labios inflamados. Los ojos agrandados y vidriosos; la mirada extraviada, ésa, que sólo reconocemos en el rostro de los locos, clamando que le alcanzara un poco de agua para beber. Dreyffus era joven y fuerte y se recuperó rápidamente, aunque las secuelas del accidente lo tornaron taciturno y callado.

Varios días después, al salir de la escuela, Hoppins lo esperaba aullando muy quedo, mirando rumbo al mar. Una angustia indefinida se apoderó de él. Corrió, mientras aspiraba el aire a todo pulmón. Cuando llegó a la playa muchas personas quisieron detenerlo. Su querido amigo, el viejo Ted, no quiso beber el agua que sus manos le alcanzaron. No intentó reanimarse. Y  Hoppins, su compañero inseparable, también se marchó... su mente se negó a aceptar la cruda realidad ...y los buscaba en la soledad de la playa, las rachas de viento castigándole el rostro y empapado por la fría neblina del invierno.

 

... of de coast of Shouth América…

 

El día que Gary cumplió veinte años, Dreyffus le transmitió un mensaje del viejo Ted: “Si sobrevives dile al muchacho que un buen marino nunca debe confiarse, y mucho menos pensar que dominará el mar. El mar es un amplio recinto de soledad. Nadie, ni siquiera los dioses mitológicos, han logrado abarcar la profundidad de su misterio; aunque no está en discusión que también es nuestro amigo”.

A partir de esa revelación y cada vez que sus estudios se lo permitían, embarcaba con su hermano. Sus charlas se volvieron frecuentes y animadas Le confió que su mayor anhelo era atravesar a nado el Canal de la Mancha. En las vacaciones nadaba muchísimas horas diarias para estar preparado para cumplir su sueño El día de la despedida su madre lloraba desconsolada como si temiera no volverlo a ver y le señaló numerosas dificultades que, sin duda, se atravesarían en su camino. Su hermano en cambio no emitió opinión alguna y su apretado abrazo lo acompañó mucho tiempo después de su partida.

Cuando pisó suelo francés, después de un esfuerzo sobrehumano, comprendió que ese íntimo deseo, era una prueba dispuesta por el viejo Ted, para que volviera a ser el mismo de siempre, sonriente y feliz, seguro de sí mismo, y para que recordara únicamente, los mejores momentos que habían disfrutado juntos.

 

... one day away from Buenos Aires by Gary Mackey Lorraine…

 

Los años transcurrieron rápidamente. A pesar de la excelente remuneración que recibía  por sus tareas en el Casino del Federico C, y de la renovada experiencia de conocer y visitar nuevamente, numerosos países, seis años ausente de su hogar habían entrado a pesar en su ánimo.

Ya era tiempo de regresar.

Dreyffus se había casado poco después de su partida y su sobrino Trenton estaba próximo a cumplir sus cinco años de edad. Ansiaba conocerlo personalmente y contarle de sus andanzas por el mundo. También de regalarle un cachorro juguetón y andariego. Estaba seguro que ambos disfrutarían recorriendo los lugares de su infancia.

Esta decisión lo colmó de alegría. En un impulso repentino escribió un mensaje, lo introdujo  en una pequeña botella y la arrojó al mar. ¡Después se sumergió en sus sueños!.

 

...ford who work in the casino on board…

 

 

Treinta y tres días después el lujoso trasatlántico navega lejos de allí. Luego del almuerzo Gary se retira a su camarote, se tiende en su litera y se duerme profundamente.

Lo pesado del sueño lo retrotrajo a los aciagos días del ayer. Escucha nítidamente los aullidos quedos y lastimeros  de Hoppins y percibe claramente su mirada perdida rumbo al mar.

Los gritos de la tripulación y de los pasajeros, y el insistente reclamo de la sirena del barco, lo despiertan sobresaltado. Corre rumbo a cubierta. Los hombres van y vienen guiados por claras y recias voces de mando. No muy distante un petrolero de bandera liberiana arde envuelto en llamas.

 

... If you find this note please reply to....

 

 Retornamos a nuestros alojamientos después de recolectar las piezas que quedaron atrapadas en la red. Pedro y Silvino, alegres por la cosecha recogida, tararean una pegadiza melodía brasileña. La botella arrojada por Gary días atrás ha logrado arribar a las finísimas arenas de la costa del Océano Atlántico. La luna llena del cinco de febrero del año de mil novecientos ochenta y dos, la muestra ante mis ojos. Enciendo la linterna. Mi reloj marca las veintitrés horas y cincuenta y cinco minutos. En ese preciso instante, lejos de allí, y después de haber colaborado por horas en el rescate de los marineros del barco siniestrado, Gary es subido a cubierta del Federico C. Recuerda nítidamente los felices días de su niñez y una profunda sensación de bienestar y gozo, inunda su alma.

 

Al otro día me levanto temprano y camino por el sendero entre pinos que me lleva a la costa. Amanece. En la luz difusa de la hora me detengo a observar una barcaza de pescadores que avanza lentamente rumbo a la orilla. Desde allí, un niño rubio agita sus brazos al cielo en una demostración de alegría evidente ante la presencia de los navegantes. A su lado, un hermoso cachorro con alas en sus patas, ladra y corre a su alrededor, sin rozar siquiera la finísima arena de la playa...

 

... Emprendo mi caminata matinal rumbo a un balneario de casas abandonadas, distante cuatro quilómetros. Visitaré al industrial paulista  que habita desde hace tres años una casa cercana a la costa. Me agrada charlar con él. No es fácil escapar a la rutina, quitarse el saco y la corbata, romper el cordón umbilical que nos une a teléfonos y computadoras, desertar de una urbe desquiciada y ruidosa, para probar el sabor elemental de la vida.

El mar está tranquilo. Despunta el alba con un caleidoscópico destello de colores en la cresta de  las olas, que vienen en busca del descanso reparador de la orilla. Más tarde, cuando el sol invite a los veraneantes a este lugar, el día se poblará de mil sonidos y actividades diferentes, pero en este momento único e imborrable, soy un solitario y gozoso habitante del lugar...

...además del ronroneo del mar.

 

...Gary D.Mackey Lorraine. 38 PendleSt. Accrington. Lancashire. England.*

 

Nota del autor.*

Es real el haber encontrado la botella con el mensaje, el día , la hora , el lugar y quienes me acompañaban. El dos de mayo de ese año los argentinos invadieron las Islas Malvinas. En la guerra contra los ingleses murieron miles de jóvenes que recién asomaban a la vida. Una carta enviada por mí a Gary D. Mackey Lorraine, quedó sin respuesta. Nunca he tratado de averiguar si ése conflicto armado pudo haber sido el motivo de su silencio.

En el registro de mi memoria muchos de los acontecimientos de esa guerra quedaron grabados a fuego. ¡Y allí están, guardados para siempre!.

Héctor Mario Ifrán